Autor: Administrador
Temática: General
Descripción: 6 olvidar el contacto con las entidades extra-terrestres como los Voor y los Mentedioses. Por todo ello hay en RADIX algo de la mirada de alcance cósmico que fue el eje de las obras maestras de Olaf Stapledon como, por poner un único ejemplo, HACEDOR DE ESTRELLAS. Es también ese larvado simbolismo y esa visión mística lo que ha hecho que algunos críticos compararan esta novela con algunas obras míticas de ciencia ficción y fantasía ya atadas. Junto a reflexiones de base pretendidamente científica para justificar la nueva situación, lo que destaca en primer lugar es el enfrentamiento Voor-Delph al estilo del clásico enfrentamiento entre el Bien y el Mal que da sentido a EL SEÑOR DE LOS ANILLOS de Tolkien. Más adelante las técnicas de control mental (autoscan, sombra-soñar etc.) que adquiere Sumner gracias a su asociación con su hijo-voor han sido comparadas a los poderes Bene-Gesserit de la famosa serie de DUNE de Herbert. Hay en el viaje iniciático de Sumner hasta la figura de casi-dios una atracción indudable y central en el interés del libro. También me gustaría hacer hincapié en las repetidas reflexiones que salpican la novela y le otorgan parte de su carácter de épica cósmica que persigue, entre otras cosas, una visión del papel de nuestra especie en un curioso concierto galáctico. Sirva como ejemplo ese «pasamos nuestro material genético, pasamos tiempo» que se encuentra en algún lugar de RADIX y que recoge-anticipa algunas de las tesis de Richard Dawkins. Otro elemento de gran interés en RADIX es la sorprendente, y a la vez coherente, descripción de unas entidades extraterrestres como los Voors, con lo que Attanasio se une a los pocos autores que han sido capaces de generar gran extráñela y fascinación por esas culturas y seres inventados. Me parece lícita la comparación con los ideados por Stanley G. Weinbaum e incluso con los extraterrestres que el mismo Asimov imagina en Los PROPIOS DIOSES. Posiblemente sea esa extrañeza la que está en la base de la presunta complejidad argumental que Frane destacaba y a que, aceptadas las premisas de la cultura Voor y el efecto de la Linergía, no son más que resultados lógicos de la mayor coherencia basando a otro orden de cosas, me gustaría comentar que las repetidas lecturas de RADIX sumergen al lector en un inevitable y continuo descubrimiento de nuevos elementos que parecen hacer casi inagotables los múltiples significados de la novela. En mi caso particular, leí el original inglés después de haber leído la versión francesa que me proporcionó Annick Eéguin. (Mi experiencia de muchos años dice que hay que fiarse poco de la fidelidad de las traducciones francesas que más bien parecen, a veces, nuevas versiones de la novela inicial.) En el original inglés me fue más fácil apreciar (junto a nuevos sentidos del texto) la riqueza de lenguaje y construcción literaria de que hace gala Attanasio y la naturalidad con que las muchas nuevas palabras que el autor inventa van incorporándose al texto. Tras la lectura de la traducción castellana, realizada por Rafael Marín Trechera, me atrevo a decir que supera en mucho la versión, un tanto edulcorada en el lenguaje, que se publicó en francés. Posiblemente sólo un creador como Marín podía respetar el trabajo de otro creador como Attanasio y superar la difícil misión de mantener en castellano gran parte de la maravillosa construcción del mundo a través del lenguaje que elabora Attanasio en su novela. Me consta que Rafael tuvo gran trabajo con esta traducción y les constará a todos los lectores que ha sabido resolver con una gran habilidad y creatividad las serias dificultades que planteaba. En torno a la lectura del libro, me parece adecuado recordar que existen unos Apéndices que incluyen un esquema cronológico, unos perfiles biográficos de algunos de los principales personajes y un vocabulario. Mi consejo es tener en cuenta, paralelamente a la lectura, el esquema cronológico de La Línea del Mundo, prescindir de momento de